Y como todo llega a su fin, es el momento de finalizar la crónica del viernes santo de la hermandad con sus Imágenes Titulares, llegando a la Iglesia de la Asunción para completar la Estación de Penitencia.
Son esos momentos de sobriedad y lamento, de saber que el final se aproxima, de saber que ya toca otro año de espera de ese dulce y portentoso andar de una cuadrilla, que no quiere que acabe el momento, que hace de la chicota de la calle real interminable, que llega a la entrada como al principio reforzados en la fe y a la afición que da el bendito oficio de costalero.
Esté no es el final si no el principio que llega, Dios Resucitado
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